sábado, 29 de noviembre de 2014

Kanelbulle, cinnamon rolls o rollos de canela. La delicia que vino del norte.

Desde que Stieg Larsson arrasó con su trilogía póstuma Millenium, la novela policiaca nórdica está de moda. Maite es seguidora de Camilla Läckberg y suele esperar con impaciencia la publicación en español de sus libros de la serie Fjällbacka, sus novelas policiacas. Uno de los rasgos distintivos de esta escritora sueca es que muchos de los diálogos entre sus personajes transcurren alrededor de tazas y más tazas de café y al parecer, en Suecia la taza de café y el kanelbulle son poco menos que inseparables. Con tanto café y tanto rollo de canela, al final Maite decidió que había llegado el momento de aunar la experiencia literaria con la culinaria; así que se puso manos a la obra.


La labor de investigación se extendió durante meses. Pruebas y más pruebas, rollos y más rollos de canela. A mí, la verdad me estaban todos buenos pero mi chica no se conforma con eso. Ella busca la perfección, la excelencia, el Olimpo de los cinnamon rolls y con esta receta basada en la de comerycantarblog parece que se ha acercado lo suficiente como para quedarse conforme.

Necesitaremos:



Para la masa
  • 450 gr de harina de fuerza
  • 17 gr de levadura fresca
  • 165 ml de leche templada
  • 2 huevos
  • 50 gr de mantequilla
  • 50 gr de azúcar
  • Una pizca de sal
Para el relleno
  • 120 gr de azúcar moreno
  •  2 cucharaditas de canela
  • 100 gr de mantequilla
Para el glaseado
  • Un huevo batido, para pintar antes de hornear
  • 50 gr de azúcar glass
  • 2 cucharadas de leche
Preparación:
  • Desmigamos la levadura en la leche templada.
  • En un bol mezclamos la harina, el azúcar, la pizca de sal y añadimos los dos huevos ligeramente batidos, la mantequilla a punto pomada y la leche con la levadura disuelta.
  • Amasamos hasta que adquiera una consistencia elástica y no muy pegajosa.
  • Dejamos reposar una hora o hasta que doble su volumen.
  • Una vez ha levado la amasamos un poco más para que pierda el aire.
  • Enharinamos la superficie de trabajo y con el rodillo le damos forma rectangular (como saldrá bastante cantidad, para trabajar mejor la podemos dividir en dos), de este modo nos saldrán dos piezas que, una vez estiradas alcanzarán unos 25 o 30 cm de largo y 1cm de espesor.
  • Mientras precalentamos el horno a 180 ºC untamos la superficie de la masa con mantequilla, luego espolvoreamos con la mezcla de azúcar moreno y canela, y enrollamos las masas sobre la parte larga como si fueran dos brazos de gitano.
  • Cortamos en rodajas de unos 3 cm, los colocamos en una bandeja sobre papel de hornear, los pintamos con huevo y dejamos que leven otros 10 minutos más.

  • Horneamos unos 15 minutos a 180ºC y al sacarlos del horno los rociamos con un hilillo del glaseado que habremos hecho con los 50 gr de azúcar glass disuelto en dos cucharadas de leche.


Ojo cuidao:
  • Si vamos a amasar a mano pondremos un poco menos de leche para que no quede la masa muy pegajosa y podamos amasarla bien.
  • Para cortar esta o cualquier masa necesitamos un cuchillo bien afilado para evitar rasgarla o deformarla demasiado. Si no nos fiamos demasiado de nuestro cuchillo podemos meter la masa un par de horas en la nevera antes de cortarla.
  • Estos panecillos están más buenos recien hechos pero se conservan bien en una caja hermética o en una bolsa de plástico. Si tienen uno o dos días es recomendable darles un golpe de calor en el microondas, con unos segundos basta y estarán casi como recien hechos.
  • También se pueden congelar sin problemas.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Revuelto de pimientos y rulo de cabra.

Si alguna vez a la ciencia le da por ahí y se pone a analizar el cerebro de los cocinillas, sin duda descubrirá un rinconcito luminoso y lleno de deliciosos olores, cerca del lugar donde se aloja el placer, que siempre está encendido e interconectado con el resto del cerebro, siempre cavilando, siempre tramando la próxima receta. Ese rinconcito siempre está en marcha sin importar la actividad principal que estemos llevando a cabo en cada momento. Esta receta por ejemplo surgió en parte mientras veía la tercera película de la saga Bourne: El ultimatum de Bourne. En una escena de esta película, el malo que es un esnob insufrible va a un garito pijo de Nueva York y pide "la tortilla de pimientos y queso de cabra". En ese momento no me di cuenta pero esa información quedó archivada. Poco después ví a Karlos Arguiñano preparando un revuelto usando la técnica del baño maría y entonces me dije: ¡hostia!, que es el equivalente en mi pueblo al más conocido ¡Eureka!


Me encanta como queda el revuelto al baño maría. Con esta técnica obtenemos una textura distinta y mucho más cremosa y al utilizar menos aceite, queda también más ligero. También es más laborioso y se ensucian más cacharros que con el revuelto normal, pero vale la pena hacerlo así de vez en cuando. Por supuesto la técnica sirve igual para cualquier revuelto, pero yo os recomiendo que probeis este en particular, os aseguro que no os va a decepcionar.

Necesitaremos:
  • 6 huevos.
  • 1 pimiento morrón verde o 2 pimientos italianos.
  • 6 rodajas de queso rulo de cabra (1 por huevo) como de medio centímetro de grosor.
  • 1 cucharada de aceite de oliva.
Procedamos:
  • Cortamos el pimiento en brunoise (o sea, en daditos pequeños) y lo salteamos en una sartén con una cucharada de aceite de oliva.
  • Ponemos a calentar agua en una olla grande.
  • Cuando el pimiento esté blando lo ponemos en un cuenco junto con los huevos y el queso de cabra desmigado.
  • Ponemos el cuenco al baño maría y trabajamos la mezcla con las varillas hasta conseguir la textura deseada.
Ojo cuidao.
  • Podemos añadir un poco de sal al pimiento al saltearlo pero no es imprescindible, los sabores que entran en juego en esta receta son tan ricos y complejos que hacen la sal innecesaria.
  • Darle el punto de textura al revuelto requere práctica y, cómo no, va en gustos. Para mí el revuelto ideal es el que al dejarlo caer en el plato se extiende un poco pero en seguida se queda firme, sin desparramarse. Si se desparrama es que el huevo no está bien cuajado, si rebota al caer es que nos hemos pasado y no tenemos un revuelto sino una tortilla que ha tenido una infancia difícil.
  • La norma general es que el revuelto, sea cocinado en sartén o al baño maría, requiere atención. No es algo que podamos dejar hacerse y mientras tanto dedicarnos a otra cosa. Si queremos un revuelto cremoso y perfecto debemos estar encima desde el principio hasta el final

lunes, 24 de noviembre de 2014

Espaguetis negros con crema de azafrán y langostinos (especial para ligones bocazas).

Vale, muchachote, la has fastidado y lo sabes. Sí, la chica es guapa. Y no llamó a seguridad cuando te acercaste a hablar con ella; eso siempre es un buen comienzo. No parecía drogada y sin embargo sonreía al hablar contigo. ¡Hasta se reía con tus chistes y tus anécdotas! ¡Era perfecta! Te costó decidirte pero al final, espoleado por el alcohol te decidiste: te invito a cenar, dijiste. ¡Y ella respondió que sí! Supongo que fue entonces, embriagado por tu éxito más incluso que por los tres caciques como tres soles que llevabas en el cuerpo, cuando te viniste arriba: “cocino yo”. Ese fue el instante exacto. Con esas dos palabras inocentes, con esas ocho letras candorosas e inofensivas la jodiste pero bien. Porque seamos realistas, tú no tienes ni puta idea de cocinar. Y decir eso es quedarse nadando en la superficie sin entrar en las profundidades abisales de tu torpeza culinaria. Tu ineptitud en el universo de los fogones es épica, es mitológica, es galáctica y no sé cuántas esdrújulas más. ¡Eres famoso entre tus amigos porque una vez se te quemó una ensalada!



Vale, que no cunda el pánico, todo tiene solución. Tita Maite y Tito Lvisen de Otro puñetero blog de cocina vienen al rescate. Podríamos intentar solucionar esa cena con una carne de calidad, a la brasa o a la plancha y acompañarla con unas verduritas al vapor como guarnición. Pero es que la carne es un poco puñetera. Para invitar a alguien a comer carne tienes que conocer bien a esa persona y sus gustos: hecha, poco hecha, al punto, cruda, ... Y no es el caso. También hace falta cierta habilidad que de momento no posees, recuerda aquella ensalada. No pasa nada, vamos a intentarlo con una receta de pasta. Sí, dicho así no parece gran cosa, pero te aseguro que esta es una receta de pasta muy especial. Es una receta de pasta pero es una receta de pasta con clase, es una receta de pasta vestida de noche con escote vertiginoso y taconazo de 15 cm. La conocí en Directo al paladar hace unos cuantos años y cada vez que la hago me gusta más. Con esto, un buen vino blanco y una ensalada caprese, tienes la cena y el éxito asegurados. Pero vamos a ello.

Necesitaremos:
  • 200 g. de espaguetis negros.
  • 200 ml. de nata.
  • Una docena de langostinos pelados.
  • Una cebolleta cortada en juliana fina.
  • Medio calabacín cortado en tiras finas.
  • Mantequilla.
  • Dos sobrecitos de hebras de azafrán (he dicho hebras de azafrán, no colorante en polvo para paellas)
Vamos con la elaboración:
  • Cuece los espaguetis en abundante agua salada el tiempo que indique el fabricante. Remueve de vez en cuando para que se suelten bien.
  • En una sartén pon una nuez de mantequilla y cuando se funda agregas el azafrán y lo remueves durante 30 segundos.
  • Añade la cebolleta y los langostinos y saltéalos durante un par de minutos.
  • Añade el calabacín y saltéalo durante 30 segundos. El calabacín es frágil y más cortado tan fino, así que muévelo con un poco de cariño.
  • Ha llegado el momento de añadir la nata, mezclarlo todo bien y relajarse un poco mientras la salsa se reduce y se integran los sabores. Con cinco minutos hirviendo a fuego medio debería bastar.
  • Cuando la pasta esté lista la escurres bien, la sirves y la presentas poniéndole un poco de salsa por encima. Intenta que te quede vistoso, recuerda que siempre empezamos a comer con la vista. Puedes sacar a la mesa el resto de la salsa en una salsera o un cuenco para poder añadir al gusto. 
Ojo cuidao:
  • Esta receta está lista en veinte minutos y la pasta hay que servirla bien caliente, así que prepárate los ingredientes pero no empieces a cocinar hasta que llegue tu invitada. 
  • El ritmo es importante en esta receta. Debes estar pendiente y seguir los pasos al pie de la letra. Cuando hayas añadido la nata podrás relajarte, servir un par de copas de vino y hacerte el chulo removiendo la salsa de vez en cuando como si fueras un gran chef, pero hasta entonces estate en lo que estás. ¿Que ella lleva un escote de esos que hacen temblar los trastos en las sacristías? tú la miras a los ojos. ¿Que lleva una minifalda kilométricamente corta? Tú la miras a los ojos. ¡He dicho a los ojos! Mientras estés cocinando no hay tiempo para veleidades venéreas. No si quieres tener alguna posibilidad de hacer algo remotamente venéreo después.
  • Para acompañar esta receta es recomendable un vino blanco con carácter. Un día de estos os enseñaré uno bueno.
  • Infórmate y si la chica es vegetariana elimina los langostinos. Los puedes sustituír por una zanahoria cortada en bastoncitos finos. El sabor perderá algo de potencia y complejidad organoléptica pero tranquilo, el azafrán sabrá mantener el tipo.
  • Si es vegana estricta tendrás que olvidarte de esta receta y pasar al plan B.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Tarta tatin.

Los franceses tienen una gran cocina, en muchos aspectos la mejor del mundo. Pero es que además tienen potra los joíos, porque al menos dos de sus iconos gastronómicos, el champagne y la tarta tatin son producto de errores. Lo del champagne es "bien conocido": a unos monjes se les gasifica una partida de vino y voila, champagne. Que sí, que la historia real es más compleja, pero al menos la gasificación del vino sí fue más o menos accidental. En cuanto a la tarta tatin hay varias versiones que solamente coinciden en sus protagonistas. A finales del Siglo XIX hermanas Tatin regentaban el pequeño (y famoso en aquella época) restaurante del hotel de su padre en Lamotte-Beuvron, un pueblo pequeño pero bien comunicado por ferrocarril con París. Un día estaban preparando una tarta de manzana, un postre fijo en su carta y bastante apreciado entre su clientela, y cuando todo estada listo se dieron cuenta de que no habían puesto la masa quebrada debajo de las manzanas, así que decidieron ponerla encima y santas pascuas. Solo que no fue así. A riesgo de que esta sección me quede demasiado larga con el consiguiente aburrimiento (hemos venido aquí por la receta, no por tus rollos), creo que les debo una aclaración a las hermanas Tatin porque la historia parece que no fue del todo así. La realidad parece ser que en el momento de preparar la tarta el horno estaba ocupado y como no tenían posibilidad de usarlo y sacar el postre a tiempo, decidieron poner la masa por encima de las manzanas, tapar el recipiente (supongo que sería un recipiente de hierro fundido tipo cocotte) y cocinar la tarta en el fogón. Así que demos al César lo que es del César y si bien el champagne, al menos en parte fue producto del azar, la tarta tatin es producto de la genialidad de unas grandes cocineras.




Como pasa con casi todas las grandes recetas y si son recetas de la cocina tradicional más todavía, la tarta tatin tiene muchas versiones que incluyen ligeras variaciones sobre el original. Hoy vamos a preparar la que más me gusta a mí... de momento ;-). Está basada en la receta de Evelyne Ramelet, que presenta el programa Cocina Francesa en el Canal Cocina, y en ella le damos un toque muy especial al caramelo con un poco de zumo de naranja y sustituimos la masa quebrada de la receta original por masa filo. Vamos a ello.

Necesitaremos:
  • 4 manzanas reinetas (como no teníamos reinetas hemos usado manzanas golden)
  • 100 g. de azúcar.
  • 50 g. de mantequilla.
  • El zumo de una naranja.
  • Cinco o seis hojas de masa filo.
Preparación:
  • Derretimos la mantequilla en una sartén o una cazuela baja apta para horno.
  • Añadimos el azúcar y cocinamos a fuejo suave sin dejar de remover con una cuchara de madera.
  • Cuando el azúcar empiece a coger color pero sin que llegue a caramelizar, añadimos el zumo de naranja.
  • Subimos el fuego y dejamos reducir, removiendo frecuentemente hasta obtener un caramelo de consistencia ligera, ni demasiado líquido ni demasiado trabado.
  • Pelamos, descorazonamos y cortamos las manzanas en trozos generosos, que no sean demasiado finos.
  • Disponemos los trozos de manzana en la sartén, sobre el caramelo cubriendo toda la superficie.
  • Tapamos la sartén con un trozo de papel de aluminio, la metemos en el horno precalentado a 180º y cocinamos durante 20 minutos.
  • Sacamos la sartén del horno (ojo con quemarse), quitamos el papel de aluminio y cubrimos las manzanas con las hojas de masa filo, poniéndolas de una en una y blanqueándolas a medida que las vamos poniendo con un poco de mantequilla derretida y remetiéndolas bien por los bordes.
  • Llevamos al horno diez minutos más o hasta que la masa esté dorada.
  • Sacamos del horno, dejamos atemperar, desmoldamos con cuidado y servimos ligeramente caliente.
Ojo cuidao.
  • El momento de añadir el zumo de naranja es cuando el azúcar empieza a coger color pero sin que haya llegado a caramelizarse porque si esto ocurre el zumo no se mezclará con el caramelo. Es preferible echar el zumo demasiado pronto porque si lo hacemos demasiado tarde la cosa ya no tiene remedio.
  • Para remover el caramelo sirve una cuchara de madera o de material sintético, nunca una cuchara de metal para no provocar cambios drásticos de temperatura.
  • Mucho cuidado con quemarse con el caramelo. La quemadura de caramelo es muy dolorosa.
  • Si no tenemos masa filo y usamos hojaldre o masa quebrada, como a estas masas les cuesta más cocinarse nos ahorraremos el paso de cocinar las manzanas tapadas con papel de aluminio. Las tapamos directamente con la masa quebrada o el hojaldre y cocinamos durante media hora o hasta que la masa  esté hecha.
  • Se puede servir con una bola de helado de vainilla o con nata, pero personalmente creo que no hace falta.
  • Los mangos de baquelita de la mayoría de las sartenes aguantan bien la temperatura a la que se cocina esta receta, pero tened en cuenta que al haber estado en el horno queman igual que el resto de la sartén.
  • La foto que ilustra esta entrada no le hace justicia a la tarta.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Pequeños trucos y consejos. Entrada actualizable.

Esta entrada es un pequeño cajón de sastre en el que iré incluyendo pequeños trucos y consejos de cocina a medida que los vaya aprendiendo o se me vayan ocurriendo.

  • La Ley del Vino. Así, en Mayúsculas: no utilices para cocinar un vino que no te beberías.
  • La constante del ajo. Si eres un cocinillas novato harás bien en grabarte esto en el libro de recetas de tu mollera: si al empezar un sofrito se te quema el ajo no hay solución posible, la has jodido, tíralo y vuelve a empezar ahora que todavía estás a tiempo.
  • En cuestión de guisotes, siempre mejor a fuego lento.
  • Para las recetas que incluyan huevo crudo entre sus ingredientes, podemos pasteurizar el huevo en casa. El proceso es bien sencillo: cogemos un huevo que esté a temperatura ambiente y lo introducimos en un cazo con agua fría. Empezamos a calentar el agua a fuego lento, controlando la temperatura con un termómetro, hasta que esta alcance los 60º centígrados y la mantenemos así (con cuidado de que no pase de 64º o el huevo empezará a cuajarse) durante cuatro o cinco minutos. Seguidamente enfriamos el huevo con agua corriente y ya tenemos un huevo pasteurizado y listo para utilizar sin peligro de salmonelas. Para evitar una contaminación posterior, utilizar el huevo inmediatamente.
  • Si no te quieres cortar mantén tus cuchillos bien afilados. Tendrás un mayor control sobre ellos y evitarás que vayan a sitios inconvenientes. 
  • En repostería, a no ser que exista una buena razón los ingredientes (leche, huevos, mantequilla) deben estar a temperatura ambiente.

Atascaburras.

A veces nos preguntamos cómo era posible que nuestros abuelos estuvieran tan delgados comiendo como comían. El truco es sencillo. En los años 40-50 del pasado siglo, con una mecanización de las tareas agrícolas poco menos que inexistente, la vida era muy dura en el entorno rural. Una jornada laboral típica empezaba bastante antes de amanecer con un desayuno tan contundente (el que tenía, claro) como necesario. Era normal que el currante se pegara una caminata de una hora o más solamente para llegar al tajo. Cuando llegaba al tajo, nada de ocho horas, era el sol el que marcaba los tiempos y se curraba hasta que el sol se ponía o casi y luego venía otra caminata para volver a casa. Así bien podían venir calorías.



Hoy en día, para bien o para mal el trabajo es más descansado y claro, como las recetas de la cocina tradicional suelen ser tan calóricas, lo que antes era de diario ha quedado relegado a las ocasiones señaladas. Al territorio del un día es un día. Un rasgo distintivo de la cocina tradicional es su engañosa sencillez: ingredientes fáciles de conseguir, procesado aparentemente sencillo y sin embargo no es fácil conseguir la excelencia que conseguían nuestras abuelas. El truco, obviamente está en la calidad de los ingredientes pero sobre todo en el procesado. Sabiendo esto, vamos a intentar hacer un buen atascaburras.

Necesitaremos:
  • 200 g. de bacalao sin desalar.
  • 3 patatas medianas.
  • 3 dientes de ajo.
  • 1 huevo crudo.
  • 1 huevo duro (opcional, el atascaburras de la foto no lo lleva).
  • Aceite de oliva.
Vamos con la elaboración:
  • Ponemos a cocer las patatas bien limpias y sin pelar junto con el bacalao sin desalar.
  • Cuando las patatas están hechas las dejamos enfriar, las pelamos y las pasamos por el pasapurés.
  • Desmigamos el bacalao.
  • Mezclamos el puré de patatas y el bacalao desmigado en un recipiente redondo.
  • En el mortero machacamos bien los dientes de ajo junto con un chorrito de aceite de oliva y cuando tengamos una pasta homogénea la incorporamos al puré de patatas.
  • Añadimos el huevo crudo.
  • Si le vamos a poner huevo duro, lo picamos fino fino y lo añadimos ahora.
  • Trabajamos con la mano del mortero a base de movimientos circulares y vamos añadiendo aceite de oliva a medida que lo vaya admitiendo.
  • Cuando consigamos una textura cremosa y ligera a la vez, la receta estará lista para servir.

Ojo cuidao:
  • Al hervir el bacalao sin desalar junto con las patatas, estas cogerán parte de la sal que suelte. Como al terminar la cocción el bacalao seguirá bastante salado, no necesitamos añadir más sal a la receta.
  • No hay que ser tímidos con la mano del mortero. Cuanto más tiempo y más energía dediquemos a trabajar el puré más rico y ligero quedará. El verdadero secreto de esta receta es el meneo.
  • Una buena forma de consumir este plato es usando hojas limpias de lechuga como cuchara comestible.
  • El atascaburras también se conoce como ajoarriero manchego y es así, con el nombre de ajoarriero como solemos encontrarla en la carta de los restaurantes que la tienen. Yo prefiero usar atascaburras que es como la he llamado siempre y además no induce a error.
  • Para mayor seguridad podemos sustituir el huevo crudo por huevo pasteurizado e incluso pasteurizar nosotros mismos el huevo en casa

lunes, 10 de noviembre de 2014

Pan relleno de queso. Fondue rústica.

Ya lo he dicho alguna vez por aquí, yo no soy un buen cocinero. Hasta hace poco tenía verdaderos problemas para darle el punto el arroz y sufría de pesadillas recurrentes con las patatas. Mis recetas con patatas solamente se podían definir de una manera: zapateras. Voy mejorando pero me queda mucho que aprender y lo más que puedo decir es que en la cocina soy un aficionado avanzado con un buen ojo para los platos resultones. La receta de hoy es un buen ejemplo. Cuando en el grupo de amiguetes hacemos alguna cena de esas en plan picoteo, en las que cada uno lleva algo, casi siempre me piden que haga esta receta. La duda que me queda es si de verdad les gusta tanto este pan relleno o me lo piden para evitar que lleve algo con patatas. Por lo poco que dura yo diría que es lo primero, pero uno nunca está del todo seguro.



Esta receta no es mía, está basada con pequeñas variaciones, sobre todo en las variedades de los quesos, en el pan de queso de Aina, mi cocinera favorita del portal Verycocinar.com. Merece la pena echarles un vistazo a los vídeos de esta chica. Sus recetas son siempre deliciosas y si sigues sus explicaciones salen seguro. Además, es una tía que irradia sencillez y buen rollo lo cual es muy de agradecer en estos tiempos que corren. Pero vayamos con el pan relleno.

Necesitaremos:
  • 1 parte de queso manchego tierno (125 g.).
  • 1 parte de queso manchego curado (125 g.).
  • 1/2 parte de queso graso amarillo tipo cheddar, edam, etc. (60 g.).
  • 1/4 parte de grana padano (30 g.).
  • 150 ml. de mayonesa.
  • 1 cebolleta mediana.
  • 1 pan redondo tipo bollo de unos 250-300 g.
  • Pimienta recien molida.
Preparación:
  • Rallamos el queso con un rallador grueso.
  • Picamos lo más fina posible la cebolleta.
  • Preparamos la mayonesa.
  • Lo mezclamos todo bien en un bol y le añadimos pimienta recien molida al gusto.
  • Cortamos una tapa en la corteza del pan tal y como se ve en la foto.
  • Sacamos la miga con cuidado de no agujerear la corteza desde dentro.
  • Rellenamos el pan con la mezcla que hemos preparado.
  • Envolvemos el pan en papel de aluminio.
  • Lo introducimos durante una hora en el horno precalentado a 180º.
 Ojo cuidao.
  • Las cantidades son orientativas y en realidad los tipos de queso también. Puedes experimentar con distintas proporciones y distintos quesos y a no ser que hagas cosas muy raras es casi seguro que saldrá bien.
  • Si has visitado el vídeo que he enlazado arriba (y si no lo has hecho te lo recomiendo), verás que Aina corta el queso en dados. Yo recomiendo rallarlo, cuesta un poco más pero nos aseguramos de que funda bien.
  • Si no tienes cebolleta con cebolla normal también sale bueno. Eso sí, uses lo que uses es importante picarla muy fina para asegurarte de que se cocina bien.
  • La mayonesa la podemos preparar en casa sin problemas. Al ir cocinada no hay problemas con el huevo crudo.
  • ¿Te ha faltado mezcla? Pues prepara más.
  • ¿Te ha sobrado mezcla? No problemo, seguro que le encuentras alguna utilidad. Se me ocurre... no sé, un montadito gratinado con unas rodajas de tomate o unas anchoas.
  • Para comer se procede de la siguiente manera: se retira la tapa, se corta en varios trozos y se utilizan como cucharillas comestibles para sacar la mezcla fundida. A medida que fa faltando pan, se va cortando una corona alrededor del agujero central. A medida que se vaya consumiendo el pan también irá bajando la mezcla quedando al final solamente la base que se puede comer como si fuera una pequeña pizza.
  • Éxito asegurado en cualquier reunión, te lo digo yo.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Los pimientos rellenos de soja texturizada, verduras y arroz integral de Inma.

Maite es una gran cocinera y yo, bueno, yo no dejo de ser un cocinillas aficionado con cierto ojo para los platos llamativos, algo que me ha procurado una inmerecida fama entre mis círculos más cercanos. Pero vamos, que en esta pareja la verdadera cocinera es Maite. Lo mío se acerca más a las relaciones públicas que a la cocina. Hoy tenemos el honor de recibir aquí a Inma, otra grandísima cocinera. Parece que le esté haciendo la pelota pero no, su fama en la cuadrilla es más que merecida. Inma cocinó una vez el pisto que yo quiero cocinar cuando sea mayor, sus manitas de cerdo deshuesadas y gratinadas son ya legendarias y sus pastelillos de Belem calentitos son un placer de dioses.




En su primera colaboración Inma nos trae una receta para todos los públicos. Unos pimientos rellenos en los que las proteínas de la carne picada, más o menos tradicional en este tipo de preparaciones, se han sustituido por proteínas de soja por lo que es una receta perfectamente apta para veganos. Debo decir que yo no la he probado pero para estas cosas tengo plena confianza en Vicente, el marido de Inma y si él dice que la receta está muy buena, es que la receta está muy buena. Vamos con ella.

Necesitaremos:
  • 5 pimientos rojos o amarillos chatitos.
  • 1 cebolla.
  • 1⁄2 calabacín.
  • Un poquito de apio.
  • 5 o 6 cucharadas de aceite de oliva.
  • 75 gr. de arroz integra.
  • 100 gr. de soja texturizada.
  • Hierbas provenzales.
  • Pimentón dulce.
  • 2 cucharadas de tomate frito.
  • 4 cucharadas de salsa de soja.
  • 3 deditos de vino blanco.
  • 300 ml. de agua.
Preparación:
  • Ponemos la soja a hidratar. Se necesita el doble de agua que de soja.
  • Hervimos durante 15 minutos, a fuego vivo, el arroz integral previamente lavado.
  • En una sartén sofreímos la cebolla, el puerro picadito, el apio y el calabacín.
  • Cuando las verduras estén pochadas añadimos la soja previamente amasada y escurrida y sofreímos.
  • Añadimos las hierbasd, el pimentón, el tomate y el arroz y dejamos que se mezclen los sabores.
  • Añadimos el vino y el agua y dejamos cocer a fuego medio-bajo durante 8 a 10 minutos sin dejar que se termine de consumir el líquido.
  • Cortamos la parte de arriba de los pimientos a modo de tapa y desechamos las semillas.
  • Colocamos los pimientos en una fuente de horno previamente engrasada y los rellenamos con la mezcla de arroz, soja y verduras.
  • Volvemos a tapar los pimientos sujetando la tapa con palillos si fuera necesario.
  • Añadimos a la fuente de horno 1⁄2 vaso de agua.
  • Introducimos los pimientos en el horno precalentado a 200º con calor arriba y abajo y horneamos durante 1 hora.
  • Transcurrido el tiempo de cocción dejamos reposar en el horno durante 30 minutos.
Ojo cuidao.
  • No he hablado con Inma al respecto, pero por mi experiencia el arroz integral hay que dejarlo a remojo al menos durante 12 horas antes de cocinarlo.
  • Si vemos que los  pimientos se están cocinando demasiado por arriba antes de que se cumpla el tiempo de cocción, apagaremos la parte de arriba del horno dejándolo solamente con calor abajo.

martes, 4 de noviembre de 2014

Tagliatelle (o sea, tallarines) con salsa de Guinness y hongos.

La cerveza Guinness es uno de mis vicios confesables. Me encanta su espuma densa y cremosa y su sabor profundo, oscuro y lleno de matices. La probé por primera vez hace ya un montón de años y automáticamente se transformó en mi cerveza favorita. Uno de mis momentos de felicidad perfecta, esos que se atesoran en la memoria y ayudan a sobrellevar las horas malas, fué una tarde de primavera en un garito llamado The White Lion, junto al mercado de Covent Garden en Londres, con una pinta de Guinness en la mano y Maite a mi lado. De existir el cielo debe parecerse a eso.


Por si tuviera pocas virtudes, la cerveza Guinness es sorprendentemente versátil como ingrediente para cocinar. Hace bastantes años, cuando yo era un cocinillas imberbe y recién emancipado, mi receta estrella era muy parecida a esta y aunque su aspecto era bastante menos apetitoso, era una pasada ver a mis amigotes repetir mientras quedaba pasta en la fuente. Para esta ocasión y aprovechando que mi madre me había dado unos hongos (níscalos, robellons, Lactarius sanguifluus, etcétera) le he hecho unos ligeros retoques y la verdad, ha quedado resultona.

Necesitaremos:
  • 250 g. de tallarines frescos.
  • 50 g. de panceta.
  • 100 g. de hongos.
  • Media pinta de cerveza Guinness.
  • Tres o cuatro cucharadas de salsa de tomate.
  • 1 diente de ajo pelado y asado.
  • Cuatro o cinco avellanas tostadas.
  • Una de cucharada de pan rallado.
La elaboración tiene poco misterio:
  • Doramos la panceta en una sartén con una cucharada de aceite de oliva.
  • Bajamos el fuego y junto con la panceta salteamos los hongos cortados en tiras.
  • Añadimos la salsa de tomate.
  • Añadimos la cerveza y subimos el fuego para que la salsa vaya reduciendo.
  • Este sería un buen momento para poner a cocer la pasta en abundante agua salada el tiempo que indique el fabricante. Al ser pasta fresca suele ser poco tiempo, en torno a los dos minutos.
  • Preparamos una picada con el diente de ajo asado, un chorrito de aceite de oliva, las avellanas, el pan rallado y un poco de la salsa.
  • Añadimos esta picada a la salsa para ligarla.
  • Escurrimos la pasta y le damos unas vueltas junto con la salsa para que se integren bien los sabores.
  • Servimos bien caliente.
  • Hemos usado media lata de Guinness para la salsa, este sería un buen momento para beberse la otra media si no  lo hemos hecho ya.
Ojo cuidao.
  • Si nos hemos bebido la media lata de Guinness no pasa nada, nos podemos abrir otra.
  • Recomiendo usar pasta fresca siempre que sea posible. Es fácil encontrarla en la sección de refrigerados y el resultado es muchísimo mejor.
  • La panceta mejor de la carnicería. Yo cometí el error de comprar una bandeja en el supermercado y aquello ni era panceta ni era na.
  • ¿Sirve beicon ahumado de ese que le ponemos a la "carbonara"? Hombre, como servir, sirve, pero yo no lo recomiendo. Las notas organolépticas (¡toma ya!) que nos daría el "ahumado" del beicon ya las aporta la cerveza.
  • Ojo con los niños. Aunque el alcohol de la cerveza se evapora, esta receta tiene un fondo amargo, parecido al que nos deja en la boca el chocolate negro y aunque es muy ligero puede que no guste a todo el mundo. Ese mismo toque amargo es el que te empuja a repetir mientras queda pasta en la fuente.
  • Si no tenemos hongos vale cualquier seta, incluso champiñones. Y si tampoco tienes champiñones, pues aumentamos la cantidad de panceta y santas pascuas.